Por el Suboficial Principal Aeronáutico(R) Lorenzo Borri
Un 4 de mayo, hace 38 años, ocurría un hecho que cambiaría para siempre la historia de la guerra en el mar, un hecho que por su implicancia la Aviación Naval lo tomaría como “su” día, el Día de la Aviación Naval Argentina: el ataque y posterior hundimiento del destructor HMS “Sheffield” por aviones de la Armada Argentina y su brazo armado en el aire, su Aviación Naval.
Iniciadas las hostilidades, en un vuelo ordenado por el Comando de la Aviación Naval Argentina (COAN) para realizar una exploración antisuperficie que posibilitara el arribo de 3 aviones C-130 Hércules de la Fuerza Aérea Argentina a Puerto Argentino, el 4 de mayo a la madrugada despegó desde la Base Aeronaval Río Grande el Lockheed SP-2H Neptune 2-P-112 de la Escuadrilla Aeronaval de Exploración.
Se había trazado una derrota que circundaba las islas con despegue y aterrizaje en Río Grande y durante la misma se efectuaría búsqueda permanente con medidas pasivas e intermitentes con radar.
Cancelados los vuelos de los Hércules por ataque aéreo inglés a la pista de Puerto Argentino, el Neptune fue instruido para proseguir al Sur – Este. A las 7.10 horas se obtuvo un contacto radar en latitud 53º 04’ Sur, longitud 58º 01’ Oeste. Se apagó el radar y proveniente de ese sector se detectó una señal de radar de alarma temprana de un destructor Clase 42. Comunicadas estas detecciones al COAN y después de evaluar la situación, se ordenó alistar una sección de aviones Super Etendard (SUE) en configuración antisuperficie, armados con un misil Exocet cada uno.
En Río Grande, el comandante de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque, Capitán de Corbeta Jorge Colombo, ordenó preparar dos SUE. El 3-A-202 y 3-A-203 cuyos pilotos para la misión del día eran el Capitán de Corbeta Augusto Bedacarratz y el Teniente de Fragata Armando Mayora. Mientras tanto, el Neptune mantenía el contacto con otra localización a las 8.14 horas en latitud 52º 47’ Sur, longitud 59º 37’ Oeste; a las 8.43 obtuvo 3 contactos radar en latitud 52º 47’ Sur, longitud 57º 40’ Oeste y a las 9.25 el radar quedó sin servicio originando una ardua labor para solucionar el problema.
Los dos SUE, con los datos transmitidos por el Neptune a las 8.43 despegaron de Río Grande a las 9.44 con un perfil de vuelo alto hasta reunirse con el KC-130 reabastecedor (TC-70 indicativo “Rata” al mando del Vicecomodoro Pessana, con la cobertura de una sección de aviones Dagger) y luego descender al aproximarse al área de contacto manteniendo estricto silencio de radio y radar para evitar ser detectados.
A las 10.30 el Neptune con la falla de radar parcialmente solucionada obtuvo dos contactos en latitud 52º 33’ Sur, longitud 57º 40’ 5” Oeste evaluándolos como dos buques medianos y uno grande.
Ya en enlace con los SUE, a las 10.35 les pasó la información. Los blancos se encontraban a 115 millas náuticas de los aviones, que en ese momento volaban rasantes en un área de chubascos con 1000 metros de visibilidad y 150 metros de plafond.
Los dos SUE continuaron su aproximación en vuelo rasante y a la distancia planificada, se elevaron a 300 metros, encendieron el radar y volvieron a descender.
A las 11.04 lanzaron simultáneamente sus dos misiles Exocet. En sus pantallas radar habían tenido los blancos, y efectuando el procedimiento practicado tantas veces antes, habían llegado a lanzar sin ser detectados por el blanco, en óptimas condiciones y a una distancia que aseguraba el impacto. No habían registrado ningún tipo de interferencia electrónica, lo que indicaba una sorpresa total.
Luego del lanzamiento invirtieron su rumbo y a la máxima velocidad y siempre en vuelo rasante, se alejaron. Aterrizaron sin novedad en Río Grande a las 12.10, el Neptune lo había hecho a las 12.04.
En apenas 12 segundos, uno de los misiles penetró por la banda de estribor hasta las entrañas del buque y explotó. El destructor HMS “Sheffield”, una de las unidades más modernas de la Royal Navy y orgullo de la OTAN, había sido herido de muerte. Seis días después, cuando era remolcado en un intento por alejarlo del teatro de operaciones, se hundió en las frías aguas del Atlántico Sur. Aunque por las características del ataque no se pudieron comprobar los daños ocasionados en el momento, fue la propia BBC quien confirmaría desde Londres que en el curso de sus tareas dentro de la Zona de Exclusión Total en torno a las Islas Malvinas, el destructor Clase 42 HMS “Sheffield” había sido atacado y alcanzado por un misil argentino.
El ataque y posterior hundimiento del “Sheffield” causaron un tremendo shock a la flota británica, que acababa de perder su primera nave en 40 años, diseñada específicamente para la defensa antiaérea, precisamente a causa de un ataque aéreo.
Fue una operación eficiente, ejecutada en forma totalmente profesional por profesionales adecuadamente entrenados. El binomio avión explorador-avión de ataque demostraba así su contundencia, implicando un medio totalmente nuevo en la guerra en el mar.
El martes 4 de mayo de 1982 a las 11.04, luchando por una causa noble, en un rincón perdido del Atlántico Sur, la Aviación Naval Argentina abría a los ojos del mundo un nuevo capítulo en la doctrina de las operaciones aeronavales, se convertía en pionera de nuevas técnicas, nunca antes utilizada por país alguno, llevada adelante por una pequeña unidad de 4 aviones con eficientes pilotos y personal subalterno altamente capacitado y motivado.
Fruto de un trabajo notable por lo arduo y minucioso, producto del ingenio desplegado por oficiales, suboficiales, conscriptos y personal civil, casi sin ayuda externa, en sólo 30 días permitió concretar el primer ataque de aviones con misiles antibuque a unidades de superficie enemigas.
Por tal motivo, a partir de ese magno acontecimiento se celebra el 4 de mayo el Día de la Aviación Naval Argentina; y el binomio SUE – Exocet ganó el apodo de ser “El terror del Atlántico Sur”. Por esta operación los pilotos de los SUE recibieron la medalla “Honor Al Valor En Combate”.
Los aviones y tripulaciones que intervinieron en esta operación fueron:
Aviación Naval Argentina
Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque:
3-A-202: Capitán de Corbeta Augusto Bedacarratz
3-A-203: Teniente de Fragata Armando Mayora
Escuadrilla Aeronaval de Exploración:
2-P-112: Piloto Capitán de Corbeta Ernesto Proni Leston, Copiloto Capitán de Corbeta Sergio Sepetich, Navegante Teniente de Fragata Juan Gatti, O.C.O. Teniente de Corbeta Guillermo Meneses, Radarista Teniente de Corbeta José María Pernuzzi, Mecánico Suboficial Primero Juan Heredia, Ayudante Mecánico Cabo Principal Hugo Saavedra, Radio Cabo Principal Daniel Yerba, Operador M.A.E. Suboficial Primero Aníbal Sosa, Armas Cabo Principal Luis del negro, Cabo principal Luis Núñez, Supervivencia Cabo Primero Cesar Fernández.
Sumado a las dotaciones de la Escuadrilla Aeronaval de Exploración y Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque que en tierra con su anónimo trabajo permitieron que los aviones y sus tripulantes cumplieran con total éxito la misión ordenada.
Esta operación aérea, planificada y ejecutada por la Aviación Naval contó con el siguiente apoyo de la Fuerza Aérea Argentina:
Lear Jet LR-35, indicativo “Dardo”. Tripulación: 1er Teniente Eduardo Blanco, Teniente Luis Herrera y Cabo Principal Dardo Rocha; despegó de Río Grande a las 9.40 y arribó a la 1.00.
Hércules KC-130 (TC-70), indicativo “Rata”, tripulación: Vicecomodoro Enrique Pessana, 1er Teniente Gerardo Vaccaro, Mayor Eduardo Gómez, Suboficial Auxiliar Oscar Ardizzoni, Suboficial Auxiliar Mario Amengual, Suboficial Auxiliar Manuel Lombino, Cabo Principal Mario Cemino y Cabo Principal Luis Martínez. Esperó en 50º 30′ S / y 65º 30′ O a nivel FL 100 y reabasteció, en su vuelo de ida, a los dos Super Etendard. Despegó de Río Gallegos a las 8.45 y arribó a Río Grande a las 13.45.
Dos M-5 Dagger, indicativo “Pollo”, misión: cobertura del Hércules KC-130 y los dos Super Etendard SUE; armamento: dos cañones y misiles Shaffrir. Tripulación: Capitán Amílcar Cimatti (C-437) y Capitán Higinio Robles (C-414). Despegaron de Río Grande a las 10.20 y arribaron a las 13.
El Lockheed SP-2H “Neptune” 2-P-112 permanece en custodia del Museo de la Aviación Naval Argentina luego de su restauración, la que dio origen al mismo y el Dassault Super Etendard 3-A-202 en custodia de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque.
Fuentes consultadas:
Archivo del Museo de la Aviación Naval Argentina
Archivo personal del Suboficial Principal Lorenzo Borri
Dassault Super Etendard – Serie Aeronaval Nº 22 – Jorge Félix Núñez Padín – 2006
Exocet – Suplemento Nº 10 de la revista Siete Días – Emilio Villarino – 1983
Fuerza Aérea Argentina
Historia de la Aviación Naval Argentina – Tomo III – 2ª edición – CA VGM Héctor A. Martini – 2007
Jamás serán olvidados – Claudio Meunier – 2012
Relatos de los Suboficiales Carlos Banegas, Alberto Carrizo, Marcelo Salvatierra, José Boldini, Miguel García, Sergio Silva, Daniel López Alfaro.
Esa es la Historia Oficial. La Historia Oficial de la Armada Argentina y la Historia Oficial de Gran Bretaña, los ganadores del conflicto. Lástima que el autor no tenga como fuentes consultadas el excelente trabajo (traducido a varios idiomas) de La Guerra Inaudita del veterano de guerra Rubén Moro.
El autor demuestra con pruebas que “El Día de la Aviación Naval Argentina” en realidad fue el día del Bautismo de Fuego de la Fuerza Aérea Argentina, el 1° de mayo de 1982: la herida de muerte y posterior hundimiento de un destructor tipo 42, el Sheffield, el 1 de mayo, por parte de la Escuadrilla Torno, compuesta por tres Dagger al mando del capitán Dimeglio, teniente Aguirre y primer teniente Román. Las cosas estaban 1 a 0 en términos futbolísticos y eso explica (según Moro) la urgencia de Gran Bretaña por hacerse de una victoria, la persecución del Belgrano (o cualquier blanco grande que estuviera al alcance) aun no respetando la zona de exclusión decretada por ellos mismos, como finalmente ocurrió, y poner las cosas 1 a 1. Posteriormente, el ataque de los Super Etendard el 4 de mayo, les permitió “blanquear” la pérdida del Sheffield.
Antes de criticar(me), lean el libro completo. La historia la escriben los que ganan.
Que tal! Leí el libro en mi adolescencia y tiempo después, con más edad, lo releí. Se que fue tema de debates hojas y hojas en los foros. Personalmente, para expresarle una conclusión de mi parte, no sería serio decirle que coincido o no, sin presentarle argumentos y para ello, en rigor de la verdad, debería tomarme el tiempo de volver a releer e investigar.
El espíritu del artículo, cuyo autor hasta hace poco más de un año trabajaba en el MUAN, es de rendir homenaje y resaltar la fecha, para que no se olvide la gesta y así promover a las nuevas generaciones hagan su propia investigación sobre la Batalla por las Malvinas.
Un cordial saludo
Marcelo R. Cimino