Owen Crippa desafiando las garras del león

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Por Diego Rondal – Recopilación Homenaje

En la mañana del 21 mayo de 1982, se envió un avión de la 1er. Esc. Aeronaval de Ataque a verificar movimientos de la flota británica en el Estrecho de San Carlos. El solitario Aermacchi MB 339A se encontró con más de veinte buques surtos en el estrecho y comenzando las operaciones de desembarco. Owen Crippa atacó con todos los medios a su disposición al HMS Argonaut y regresó a Puerto Argentino con la novedad.

Al amanecer del 21 de mayo nos ordenaron despegar para apoyar al teniente Esteban con su sección del regimiento de infantería que resistía un desembarco ingles en San Carlos. En nuestro comando la actividad era febril. Al darme instrucciones, mis superiores me informaron que los ingleses habían superado la posición de Esteban, que no había caído prisionero, que se retiraba combatiendo y su situación era crítica. Además que el Endurance y dos buques más estaban en el estrecho y que debía salir con mis aviones artillados con cohetes y cañones para repeler ataques de helicópteros (cañones de 30mm y cohetes ZUNNI). Pedí bombas pues preveía enfrentamientos con buques, me dijeron que no.

Mi numeral, el Tte. Tallarico, estaba muy excitado y ya quería salir a la pista. Lo calme y le hice entender que era muy importante preparar la navegación y además contar con información de último momento antes de iniciar la misión. Al llegar a la pista encontramos una rueda desinflada y un bombardeo había destruido el regulador de presión, por lo que había que inflar directamente del cilindro de aire comprimido, y si este estallaba, podía matar al mecánico, pese a lo cual el Cabo Principal Reyes se ofreció a intentarlo. Me dispuse a ayudarlo cuando llego la orden de despegue inmediato, había que ir al frente y dar información de la situación.

Por doctrina no se contempla la operación de un solo avión en misiones de combate. La mínima unidad son dos. Decidí salir solo; enojado porque no me dejaron portar bombas. No sé porque, quería ir. Trepe al único aparato en servicio, puse en marcha, probé sistemas, despegue y comencé a navegar según lo planificado. No me pude comunicar con el operador de la torre de control pero si con el radar y con él me mantuve en contacto. Los problemas de comunicaciones eran normales. Deje atrás puerto argentino, pase en vuelo rasante lateral monte Kent y próximo a Rincón del Zaino pude ver los primeros indicios de combate; helicópteros ardiendo e infantería dispersa buscando refugio.

El operador de radar me informo que a partir de monte Kent podía atacar cualquier helicóptero porque no había ninguno propio en el sector pero no confíe en esta información pues no tenia modo de determinar si se trataba de ingleses o argentinos, así que continúe hacia San Carlos sobre los restos humeantes de los combates. El día era diáfano, salvo alguna formación de niebla que me hizo variar el derrotero previsto. El paisaje era bucólico, sol, aire calmo, gavietas. Resultaba imposible pensar que en ese lugar se estuviese desarrollando una guerra.

Apareció una silueta que parecía un buque. Navegue hacia ella hasta que determine que era la Roca Remolinos. Luego salí hacia el mar buscando buques ingleses. No había ninguno. No entendía nada. Si a pocos kilómetros se estaba desarrollando una operación de desembarco anfibio como no iba a haber buques de apoyo.

Tras pasar Middle Bay y Punta Race aviste los primeros recostados sobre la margen oeste del estrecho San Carlos. El altímetro marcaba 600 pies . Seguí pegado a la ladera viendo sin ser visto. Quería llegar hasta San Carlos para observar exactamente qué pasaba ahí. Frente a mi apareció un helicóptero sea Linx “colgado” probablemente en misión de DAT (detección aérea temprana). Como no me vieron, lo puse en la mira. De repente a mi izquierda y al separarme de la cadena montañosa vi. gran cantidad de buques y la actividad de una gran maniobra de desembarco anfibio. No dude, era mucho más redituable atacar un buque que un helicóptero. Gire muy bruscamente hacia mi izquierda. La inercia me llevo a muy pocos metros del helicóptero. vi. el gesto de desesperación del piloto ingles. La panza de mi avión sobre su cara. Puso violentamente paso colectivo para “plancharse” sobre el mar. Sonreí pensando que no era su día. Dios lo había salvado. Yo tenía otros objetivos más apetecibles.

Enfile hacia el primer buque. Había practicado para usar una misma corrección de mira para disparar cañones y cohetes. No había tiempo en combate para corregirla. Apreté el disparador de los cañones de 30 mm y nada. –Que lastima,- me dije. Haber llegado hasta aquí y que me falle el armamento.
Revise el sistema de armas y la “perilla maestra” no estaba conectada.

Corregí el grave error y comencé a disparar sobre la infraestructura del buque. Observaba los impactos sobre los emplazamientos de artillería y sobre la arboladura tratando de afectar su sistema de radar. Muy próximo a la nave se me trabo mi cañón izquierdo, alcance a disparar mis 8 cohetes ZUNNI de 5 pulgadas y pase rasante sobre su arboladura. «Tenía tiempo para observar todo como en una película en cámara lenta.»

En ese momento comenzaron a tirarle con cañones desde un transporte de asalto tipo Fearless, que estaba a su izquierda. Al mirar hacia ese buque, vio el fogonazo y el humo característicos que se produce cuando se dispara un misil y de inmediato la estela brillante que iba dejando el proyectil a medida que se aproximaba al avión. A fin de evitar el impacto Crippa intensificó las maniobras evasivas, pero no tardo en comprender la gravedad de la situación: a medida que avanzaba se encontraba con mas y mas barcos.

Para impedir que le tiraran, recurrió a un arriesgado procedimiento, que consistía en meterse entre medio de los buques, que de este modo dejarían de tirar ante el peligro de impactarse entre ellos. En efecto, los ingleses cesaron el fuego momentáneamente, pero lo reinciaron una vez que su avión había pasado, tratando de impactarlo mientras se alejaba. Se había metido en la boca del lobo.

Volando a plena potencia y esquivando como podía, tanto a los buque como a las esquirlas, que se iban formando a su alrededor, enfilo hacia Punta Federal, con la esperanza de alejarse de las unidades inglesas. Pero se equivoco: al «saltar» un cerro, en lugar de esconderse se encontró de golpe con mas barcos, ubicados a su derecha, próximos a la Bahía Ruiz Puente.

Repuesto de la sorpresa giro bordeando un cerro, en momentos en que las naves comenzaron a tirarle con artillería. Al pasar el cerro se plancho sobre el piso de un amplio valle que está antes de llegar a Puerto Sussex. En ese instante, un pensamiento se cursó por su mente: «Si voy a Puerto Argentino y digo que hay muchos buques, me van a decir que está bien, que habrá cuatro o cinco. Pero cuantos en realidad ¿cuántos había?.
Trato de calmar sus nervios; estaba agitado y sentía el cuerpo empapado en transpiración. Se había salvado del fuego de los buques pero era posible que un PAC de Harrier ya estuviera dirigiéndose al lugar para interceptarlo.

«Me juego una vez mas» pensó en voz alta y elevándose un poco hizo un suave giro hacia la izquierda, regresando hacia el Río San Carlos. Su intención era contar, identificar y ubicar a cada una de las unidades británicas en la carta que llevaba en la rodilla derecha.
Así; lo hizo eran nada menos que una docena de buques; una cifra que no estaba en sus cálculos y en los de nadie. Para cualquiera, era un disparate concebir la presencia de esa cantidad de naves en una zona tan restringida.

Como es estaba acercando demasiado, volvió a girar está vez hacia el sur, «Listo ahora a casa» dijo a sí mismo y puso rumbo hacia Puerto Argentino. Fue entonces cuando se presento otro problema: en el prevuelo, había buscado referencias que le ayudaran en su navegación y le evitaran tener que diferenciarlas en el momento, desviando su atención. Pero al haber cambiado su navegación por la mala meteorología, perdió esos puntos geográficos de referencia que le permitirían guiarse para el regreso.

De acuerdo con la nueva ruta que debía seguir, se veía obligado a pasar por Puerto Darwin, donde había fuerzas propias que desconocían la existencia de la misión. Lo más probable es que le tiraran y tal vez lo derribaran. El peligro existía y era consciente de ello. Tenía solo una alternativa: pegarse todo lo más posible al piso, volar sobre el sector sur de las Alturas Rivadavia y rogar por qué no lo derribaran.

Afortunadamente, sin mayores novedades llego a Bahía Agradable y salió al mar. Hasta ese momento había logrado sortear un escollo muy difícil: pasar sobre la artillería propia. Aun no se había comunicado con Puerto Argentino por dos motivos fundamentales: primero porque los británicos contaban con elementos como para detectar la emisión de su radio e ir en su búsqueda y, segundo, porque para emitir debía ascender bastante, pues volando tan bajo las ondas radioeléctricas de muy alta frecuencia (M.A.F. o V.H.F.) tenían muy poco alcance.

Cuando salió al mar, no tenía una idea clara de donde se encontraba. Según sus cálculos. Había dejado la tierra al sur de la Rada Agradable, pero no estaba nada seguro. Ascendió e intento entonces comunicarse con Puerto Argentino:

-Tala, aquí Pora, Tala, aquí Pora.
-Aquí Tala, adelante Pora.
-He avistado catorce unidades inglesas en zona de Puerto San Carlos. Confirmaré posición al aterrizar.
-Pora, lo tengo controlado. Ponga rumbo 065.

-¿Y las defensas?
-No se preocupe ya están avisados.
Crippa plancho su avión nuevamente sobre el mar y continuo en la dirección indicada. Luego de pasar por la Isla del Este, el controlador del aeropuerto le pidió que ascendiera para tenerlo en el radar. Instante después volvió a llamarlo:
-Pora, lo tengo en pantalla

-Bien, pero ¿y las defensa? –pregunto ansioso Crippa sin ocultar su preocupación por las defensas antiaéreas.
-Ya están avisados. No se haga problema por eso. Todo está bajo control –respondió el controlador desde la torre del aeropuerto. –Proceda para el aterrizaje.

A las 10:45 Crippa aterrizo en Puerto Argentino. Cuando el Aeromacchi se estaciono en un costado de la pista, el Capitán Arce se acerco a la maquina. Crippa había comenzado a bajar por la escalerilla. En su cara se reflejaba toda la tensión del momento vivido.

-¿Así que están ahí? –le pregunto Arce antes de que Crippa llegara al piso.
-Si señor, tienen todo tipo de barcos. Nunca pensé que los iba a encontrar en ese lugar y en esa cantidad. Alcancé a atacar a una fragata, vi el impacto de cañones pero desconozco qué efecto tuvieron los cohetes.

-Crippa, vamos a la Central de Operaciones así nos informa en detalle –dijo Arce mientras apuraban el paso, pues comenzaba a lloviznar con cierta intensidad.

La información aportada por el Teniente Crippa fue de fundamental importancia para las acciones futuras emprendidas contra las fuerzas británicas. Ese mismo día, horas después del vuelo sobre San Carlos, aviones de la 2da Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque y de la Fuerza Aérea incursionaron exitosamente sobre los buques enemigos.

Teniente de Navío Owen Guillermo Crippa – Comando de Aviación Naval – Piloto naval de combate, condecorado por su heroísmo y arrojo demostrado en el primer ataque aéreo al desembarco británico en Puerto San Carlos, donde, en solitario y con una aeronave de entrenamiento con muy poco poder de fuego, detectó y emprendió un ataque al centro de la flota británica allí basada, conformada por una docena de navíos fuertemente defendidos por artillería antiaérea. Enfrentándose a todo el dispositivo abrumadoramente superior, el Teniente Crippa atacó con éxito con cohetes no guiados a la fragata británica HMS Argonaut, dejándola fuera de servicio, para luego regresar mediante maniobras evasivas y un denso fuego antiaéreo del enemigo, a su base operativa en Puerto Argentino, informando el enorme despliegue encontrado.
Por tal motivo otórguesele la Medalla Cruz La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate según La Ley 22.607 (1982).

Fuentes:
http://www.nuestromar.org/noticias/mar_calmo/05_09_2010/32668_owen_crippa
http://www.laperlaaustral.com.ar/contenidos/index.php?view=article&catid=39%3Afuerzaaeronaval&id=177%3Amision-en-san-carlos&tmpl=component&print=1&page=&option=com_content
http://www.nuestromar.org/noticias/mar_calmo_052009_23932_buscan_recuperar_el_aermachi_que_owen_crippa_uso_en_malvin
Libro Exocet, Emilio Villarino

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