Por Marcelo R. Cimino Argondizzo
En los últimos tiempos, hemos notado un creciente interés en la Republica Argentina por la Defensa Nacional, un tema que ha captado la atención pública debido a diversos factores. Sin embargo, este interés a menudo se ve teñido por una serie de percepciones y realidades que es importante analizar.
La Defensa: Entre la Afición y la Realidad Estratégica
Existe una porción de la sociedad que, si bien clama por unas Fuerzas Armadas modernas y potentes, parece aferrarse a ideas que contradicen esta aspiración. A la hora de tomar decisiones concretas sobre la adquisición de equipamiento, algunos se inclinan por opciones que se alinean con sus simpatías políticas, incluso si eso significa olvidarse el sostenimiento de ciclo de vida, el costo/beneficio y la practicidad operativa de un Sistema de Armas.
Es evidente que muchos de estos entusiastas de las redes sociales ven a la Defensa más como un hobby que como una cuestión de Estado. Sus comentarios, a menudo, se basan en suposiciones, fantasías o, peor aún, en la proyección de frustraciones personales envueltas en un pensamiento mágico.
Mitos y Realidades del Mercado de Defensa Global
Es común escuchar la «intuición» de que ciertas potencias orientales se encuentran dispuestas a «regalarnos» material militar de última generación, sin limitaciones tecnológicas y en cantidades propias de la Guerra Fría. Esta percepción ignora la cruda realidad de que la Defensa es un sector donde se entrelazan intereses geopolíticos, disponibilidad de recursos y alineaciones hemisféricas.
Lo cierto es que la Defensa es, por sobre todo, un negocio, y uno extremadamente caro. Adquirir un sistema de armas complejo requiere cifras astronómicas, y ni siquiera eso garantiza que la nación proveedora entregue desarrollos de su más alta tecnología. Un claro ejemplo es lo ocurrido en la reciente disputa entre India y Pakistán: donde esta última nación, a pesar de su asociación con China, dispuso de misiles PL-15 en versión de exportación, es decir, modelos degradadas de los que China posee en sus propios arsenales -nadie da, ni de cerca lo mejor que tiene-
El Desafío del Reequipamiento y la Falta de Consenso político
Lamentablemente, Argentina no logra encontrar un equilibrio ni puntos en común en lo que respecta a su Defensa. La falta de sentido común en beneficio de objetivos estratégicos de país y políticas de Estado ha socavado la continuidad de proyectos que en su momento fueron prometedores. Esta situación ha llevado a que nuestras Fuerzas Armadas se encuentren en un virtual estado de abandono, siendo un país inmenso y con vastos recursos.
A estas alturas, reequipar a nuestras Fuerzas Armadas como corresponde es prácticamente imposible. Por ello, se opta por adquirir el mejor material posible a precios de ganga. Por ejemplo, los 24 cazas F-16AM/BM, sus accesorios, todo el equipo de apoyo en tierra, y la capacitación en Dinamarca, tuvieron un costo aproximado de 300 millones de dólares. Este mismo importe apenas alcanzaría para comprar dos cazas Rafale nuevos con todo su equipamiento (sin armas) o media fragata FREMM.
Paralelamente, se aspira la recuperación de la Fuerza de Submarinos, cuando el costo de cada uno, según su equipamiento, oscila entre 600 y 800 millones de dólares. No obstante, el presupuesto asignado a las tres armas de las Fuerzas Armadas argentinas en 2025 fue de apenas 300 millones de dólares, en parte debido a los constantes tironeos políticos que, a modo de deporte, dejan al Estado Nacional sin un presupuesto anual coherente. Como agravante, la política vernácula sigue tomando a Defensa como un «costo»; mientras mira para el costado desentendiéndose de un mundo en guerra y una inminente nueva Guerra Fría entre Estados Unidos y China, siendo este, un escenario que no dejará margen para partes neutrales.
El costo de la indecisión y la pérdida de experiencia
Por su parte, permitir que las capacidades militares se degraden a la espera de un Sistema de Armas que satisfaga simpatías, es claramente un error con graves consecuencias a mediano y largo plazo. No se trata solo de equipo; se trata de la pérdida de experiencia, entrenamiento y el conocimiento institucional que tarda décadas en construirse y que, una vez desaparecido, puede ser devastadoramente difícil de recuperar.
La pérdida del ARA San Juan sirve como un doloroso recordatorio de esta realidad. Pone de relieve lo que ocurre cuando el vital «arte» de operar y mantener activos militares complejos se pierde debido a la negligencia y la continua indecisión política. Estas pérdidas no se miden solo en millones de dólares, sino en vidas humanas e impacta directamente en la seguridad nacional.
Argentina, como cualquier nación, no puede permitirse repetir tales errores. Ha llegado el momento de invertir de forma proactiva y consistente independientemente de los caprichos políticos a corto plazo. Este panorama resalta la complejidad de la situación de la Defensa Nacional en Argentina y la urgencia en la toma de decisiones inmediatas y contundentes.
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